Una enana marrón no es una estrella, pero tampoco es un
planeta; está a medio camino entre los dos.
No tiene la masa suficiente para brillar de la forma que lo
hacen las estrellas, pero es mucho más
grandes que los planetas, incluso que Júpiter, el planeta más grande del
Sistema Solar.
La enana marrón brilla principalmente en el infrarrojo, en
vez del visible.
Su núcleo no es de fusión, sin embargo, apenas tiene
diferenciación química según la profundidad, ya que ha sufrido en algún momento
de su vida convección desde la superficie hasta su centro a causa de débiles
reacciones de fusión de isótopos residuales. El límite superior de masas es
relativamente bien conocido, estando comprendido entre las 75 y las 80 masas
jovianas (M_J), según el grado de metalicidad. Por lo que respecta al límite
inferior que las separaría de los gigantes gaseosos más masivos, éste sería el
de unas 13 M_J, momento a partir del cual el objeto es capaz de fusionar todo
su deuterio. A partir de 65 M_J, además de deuterio también queman tritio.
La quema del deuterio se produce en su juventud y es posible
debido a su baja temperatura de fusión, unos 100.000 K. Dado que el deuterio es
un combustible minoritario que desaparece rápidamente, dicha reacción no puede
sostener el colapso. Las enanas marrones siguen brillando por un tiempo debido
al calor residual de las reacciones y a la lenta contracción de la materia que
las forma. Las enanas marrones continuarán contrayéndose y enfriándose hasta
llegar al equilibrio. Se cree que las enanas marrones son estrellas «fallidas»,
ya que contienen los mismos materiales que una estrella como el Sol, pero con
muy poca masa para brillar. Son muy parecidas a los planetas gaseosos; no son
del todo planetas pero no son del todo estrellas. No se sabe si se forman como "planetas" en el interior de un disco circunestelar a
partir de un núcleo de material sólido, o como "estrellas" a partir de la
fragmentación y colapso gravitacional de una nube molecular
Su temperatura superficial puede ser muy fría: de -48º a -13º
Celsius.
La temperatura superficial es una función creciente con la masa y decreciente con la edad del objeto.